Mensaje 52 Años
Concepción, 22 de mayo de 2021
Nos encontramos conmemorando los 52 años de la fundación de nuestra Escuela de Arquitectura UBB. Si el 26 de mayo del año pasado, a solo dos meses de las primeras manifestaciones de la pandemia, estábamos viviendo las consecuencias de la revolución social de octubre, este nuevo aniversario se sitúa a un año de la implementación de la educación a distancia. Una experiencia inédita para una escuela que ha hecho de las relaciones personales presenciales uno de sus aspectos más queridos. Quizás por su condición de “lejanía” del centro-país, en sus años fundacionales, quizás por ser una carrera que hasta hace pocos años era la única en su especie en el campus, lo cierto es que, pasado un año, añoramos las reuniones en la cafetería, el Hall del pilar, las conversaciones en los “puentes” del edificio de oficinas o en la Avenida de los Plátanos.
A pesar que nos hemos visto obligados a reemplazar esos lugares por entornos digitales, la última revisión de nuestro trabajo nos demuestra que no hemos olvidado nuestro compromiso con la realidad en todas sus dimensiones: medio-ambientales, sociales, culturales, urbanas, pero también con los modos de vivir en la inconsistente intimidad creada por las cámaras de nuestros computadores. Hemos dirigido nuestros esfuerzos para comprender la necesidad de reestablecer el sentido de “lo público” a través de la vocación social de los diversos programas arquitectónicos desarrollados por nuestros alumnos durante el año pasado: centros vecinales y cívicos, casas de oficios, bibliotecas públicas, centros culturales de barrio o gimnasios de escuelas básicas, localizados en ciudades de escala intermedia, hacia el sur, en los “otros centros” que componen nuestra larga realidad geo-social. Esa diversidad de temas también se puede interpretar como la visión de una sociedad que, desde octubre de 2019 y hasta la Convención constituyente recién elegida, se nos presenta más plural, más heterogénea y multicultural, compuesta de memorias e identidades a menudo contrapuestas y en estado de frágil convivencia, pero más parecida a lo que debía ser Chile.
Este es el momento para preguntarnos sobre la contribución de nuestra Escuela en los grandes temas que se debatirán en los diálogos ciudadanos hacia una nueva Constitución: ¿Cuál es la arquitectura de una vivienda digna para esas 81.643 familias que viven en 969 campamentos (Techo, 2021) o la arquitectura que simboliza el “hogar” de esos 194.000 menores que mal viven en el Sename (2017) o la forma y ubicación de los 8.827.484 m2 de parques y plazas que faltan, sobre todo, en las periferias de nuestras ciudades (CChC) o los espacios de acogida e integración social para ese 33 por ciento de inmigrantes que viven en situación de pobreza (Casen, 2017) o las estrategias para preservar el patrimonio arquitectónico y urbano de los 2.185.792 descendientes de nuestros pueblos originarios (Censo, 2017)?. Detrás de estas cifras hay sueños y anhelos que fueron colocados bajo tres décadas de silencio y que merecen, ahora sí, respuestas arquitectónicas y urbanas concretas, elaboradas en nuestras aulas y talleres. Hace 52 años nos advirtieron del efecto enceguecedor de los brillos y diagramas de una arquitectura que se nos ofrecía como “producto de exportación de una sociedad de consumo que parece haber alcanzado su clímax histórico” y nos indicaron un camino que cobra especial vigencia: las soluciones auténticas no vendrían de allí “sino del ejercicio de un pensamiento original, de una concepción para la arquitectura del tercer mundo, este que se ubica en el umbral del salto histórico hacia el desarrollo.” (AUCA 16, 1969). Estos principios son una referencia para trabajar colectivamente en la construcción de una educación pública que, más allá de los indicadores de acreditación, de la “administración de servicios pedagógicos” o de los resultados productivos, se convierta en un espacio donde se escuchen las ideas y pensamientos de todas y todos para abrir así la posibilidad que nuestra Escuela de Arquitectura participe activamente en la reescritura de los textos que buscarán delinear un nuevo estado y forma social del país para los próximos años.
Jaime Jofré Muñoz
Director Escuela de Arquitectura
Universidad del Bío Bío
